Brasil hundió recientemente un desmantelado portaaviones , a pesar de las advertencias de grupos ecologistas de que el antiguo barco francés estaba lleno de materiales tóxicos. El São Paulo, que fue construido a fines de la década de 1950 y comprado por Brasil por $12 millones en 2000, fue hundido a 350 km de la costa en el Océano Atlántico en un área con una profundidad de aproximadamente 5.000 metros.


La decisión de hundir el barco se tomó después autoridades brasileñas no pudo encontrar un puerto dispuesto a aceptarlo. A pesar de las afirmaciones de la marina de que el hundimiento ocurriría en el “área más segura”, las organizaciones ambientalistas criticaron la medida y dijeron que el barco contenía toneladas de asbesto, metales pesados ​​y otros materiales tóxicos que podrían contaminar la cadena alimentaria marina.

Grupos como Basel Action Network, Paz verde y Sea Shepherd emitieron una declaración conjunta, acusando a Brasil de violar “tres tratados internacionales” sobre el medio ambiente. Hicieron un llamado al presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva, quien recientemente asumió el cargo con la promesa de revertir la destrucción ambiental, para detener el plan 'peligroso'.

Las autoridades brasileñas argumentaron que era mejor hundir el barco a propósito en lugar de permitir que se hundiera espontáneamente, afirmando que eligieron un lugar para el hundimiento que tuvo en cuenta 'la seguridad de la navegación y el medio ambiente' y 'la mitigación de los impactos en salud pública, actividades pesqueras y ecosistemas”.

Sin embargo, los ambientalistas argumentan que se podrían haber adoptado otras medidas ambientalmente responsables. Un juez anuló un intento legal de última hora para detener el hundimiento y afirmó que un hundimiento no planificado podría ser aún peor para el medio ambiente.


El São Paulo tuvo un pasado histórico, ya que participó en las primeras pruebas nucleares de Francia en el Pacífico en la década de 1960 y se desplegó en varios lugares desde la década de 1970 hasta la década de 1990. En 2005, se produjo un incendio a bordo, lo que aceleró el declive del barco. El año pasado, el Sok Denizcilik de Turquía fue autorizado a desmantelar el São Paulo para obtener chatarra, pero el plan fue bloqueado por autoridades ambientales turcas .

El hundimiento del São Paulo plantea serias dudas sobre la responsabilidad de los países de eliminar los desechos tóxicos de manera segura y sostenible. Es crucial que tomemos medidas para evitar que ocurran incidentes similares en el futuro y proteger nuestros océanos, que son vitales para la vida en nuestro planeta.


¿Entonces, qué podemos hacer? Podemos empezar por concienciar sobre los peligros de residuos tóxicos y abogar por mejores políticas de gestión de residuos. También podemos tomar decisiones conscientes en nuestra vida diaria para reducir nuestros propios desechos y apoyar a las empresas que priorizan la sostenibilidad. Hagamos oír nuestra voz y protejamos nuestros océanos para las generaciones futuras.

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