la cría intensiva Credito de imagen : Michele Ursi/Shutterstock https://www.shutterstock.com/image-photo/intensive-breeding-cows-row-exploited-milk-2220970903

La gigantesca influencia del industrias cárnicas y lácteas en la Unión Europea y Estados Unidos está obstaculizando el avance de alternativas respetuosas con el medio ambiente, cruciales para combatir el crisis climática , como lo revela un estudio reciente . La investigación profundizó en los ámbitos del lobby, los subsidios y las regulaciones, destacando las asombrosas disparidades entre la financiación pública y la Apoyo recibidos por los ganaderos versus a base de plantas y grupos de carnes cultivadas.


El estudio iluminó un abismo alarmante en la asignación de fondos públicos, indicando que la UE ganado a los agricultores se les concedió una asombrosa cantidad 1.200 veces más financiera Apoyo en comparación con sus homólogos de carne cultivada y de origen vegetal. De manera similar, en Estados Unidos, los criadores de animales recibieron una sorprendente cantidad de 800 veces más financiación pública. Esta disparidad subraya el sesgo profundamente arraigado que favorece las prácticas ganaderas convencionales sobre las alternativas sostenibles.

Igualmente sorprendente fue la revelación de que los productores de carne gastaron mucho más que sus homólogos más ecológicos en esfuerzos de lobby. En Estados Unidos, los productores de carne invirtieron 190 veces más fondos en lobby que los productores alternativos, mientras que en la UE esta diferencia fue tres veces mayor. Este campo de juego desigual perpetúa el dominio de las industrias tradicionales, sofocando la innovación y el progreso hacia soluciones más ecológicas.

El estudio subrayó que las pautas dietéticas omiten en gran medida la impacto ambiental de la carne producción y consumo. Los investigadores descubrieron que la mayoría de las recomendaciones dietéticas no abordan las consecuencias ecológicas de la producción de carne y lácteos. Esta omisión es sintomática de la amplia influencia que ejercen las industrias cárnica y láctea sobre la formulación de políticas y directrices.

La correlación entre el consumo de carne y el crisis climática no se puede subestimar. La producción ganadera por sí sola es responsable de un asombroso 15% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero. Reducir el consumo de carne y lácteos no sólo frena Contaminación y la deforestación, sino que también conserva los recursos de tierra y agua. Los científicos afirman que estos cambios en la dieta representan la acción individual de mayor impacto para mitigar el daño ambiental.


El profesor Eric Lambin, que dirigió el estudio junto con la doctora Simona Vallone en la Universidad de Stanford, destacó la influencia desproporcionada del sector ganadero. Los autores del estudio concluyeron que intereses creados influyentes utilizan su influencia política para frustrar la competencia provocada por tecnologías innovadoras. Para contrarrestar este desequilibrio, recomendaron políticas gubernamentales integrales, como implementar impuestos que reflejen los costos ambientales de la carne, fomentar la investigación sobre alternativas sustentables, y aumentar la concienciación de los consumidores.

Los expertos y defensores subrayan la urgencia de abordar esta desigualdad para lograr un cambio real. Alex Holst, del Good Food Institute Europe, articuló que el sector requiere una inversión pública sustancial para escalar la producción y bajar los precios, para que Europa no pierda beneficios sustanciales. Este sentimiento se hace eco del consenso más amplio de que cambiar hacia dietas sostenibles y fuentes alternativas de proteínas es fundamental para asegurar un futuro más verde y sostenible.


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